miércoles, 28 de diciembre de 2011

El tiempo no lo cura todo, lo sana.



No es el tiempo el que cura todo sino lo que hacemos con el en el proceso del duelo, el tiempo que le dediquemos a sufrir o a sanar.
Llega un momento en el que nos damos cuenta en que ocupamos nuestro tiempo de duelo y nos hace recapacitar de manera impresionante y nos hace replantear en que estamos usando ese tiempo y mientras tanto el tiempo sigue su curso.

El tiempo va sanando las heridas en medida que  vamos sacando el dolor hacia afuera y no lo guardamos, el tiempo pasa y con el tiempo también pasan los momentos que ocupamos con el sufrimiento en ves de aprovechar los pequeños momentos de alegría, una ves leí que la alegría no es permanente sino de a momentos, hay que aprovechar esos momentos, el tiempo en la medida que nos lo propongamos va a ir sanando esas heridas, no sufrir no quiere decir olvidar a nuestros seres queridos, es quererlos en otro plano, uno celestial donde nuestro amor crece de una manera extraordinaria y ese amor es tan perfecto que nos permite ser felices y compartirlo con las personas que nos quieren y están a nuestro lado.
El tiempo no cura, el tiempo sana y cuando nos damos cuenta que el tiempo empezó a sanar nuestro dolor también nos damos cuenta del tiempo perdido y necesitamos empezar a vivir ese tiempo que Dios nos regala día a día en compañía de nuestros seres queridos acá en la tierra y con nuestros seres queridos en el cielo, porque ellos siguen a nuestro lado siempre, solo hay reconocer esto y por ellos, por nosotros y  por todos los que están a nuestro lado debemos permitirnos ser felices y cuando llegan a nuestra mente esos malos recuerdos, como dice mi coordinadora del grupo hay que sacudirse y recordar a nuestros seres queridos en los buenos momentos, que seguro fueron muchos.
Hay un tiempo para llorar y sufrir, hay un tiempo donde meditamos lo que nos paso buscar en nuestro interior todo lo que vivimos y nos damos cuenta que ya nada será como antes, pero también hay un tiempo de contemplación y meditación donde nos replanteamos nuestras vidas, si nuestras vidas porque seguimos vivos y en ese vivir también viven nuestros afectos y seres queridos que nos acompañan silenciosamente a la espera que despertemos de ese sueño en el que nos sumergimos a causa de nuestro dolor y muchas veces no vemos el dolor de los demás.
Hay un tiempo también de entrega al otro que sufre como nosotros y nos necesita.
Hay un tiempo para todo y uno muy importante es el tiempo de dialogo con Dios, porque  los tiempos son de Dios y El se encargara de despertarnos cuando sea el momento para que sigamos vivos, no dejemos de escucharlo El sana todas nuestras heridas, El viene a nuestro encuentro siempre, El esta a la puerta, solo que aveces no lo escuchamos.
Cuando abrimos nuestro corazón a Dios, lo abrimos también a ese nuevo amor tan especial que nos unirá de por vida a nuestros seres queridos que ya partieron, ese nuevo amor que le pondremos a cada día que Dios nos regala, ese nuevo amor que compartiremos con nuestros afectos y en ese nuevo amor también empezar a querernos a nosotros mismos de otra manera, dándonos el permiso para volver a sonreír, a nuevos proyectos e ilusiones, a nuevos desafíos que Dios nos pone a cada instante, a una nueva forma de vivir, no será igual ya los se, pero esa no es escusa para que no la vivamos bien con alegría y ganas de seguir adelante siempre.
  
Caer está permitido, levantarse es una obligación
Patricia Eclecia



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