lunes, 2 de enero de 2012

EN EL SILENCIO ES DONDE DIOS HABLA AL CORAZÓN DEL HOMBRE.




             

Bien los primeros tiempos de nuestro duelo ya pasaron, esos que nos llevaba a gritar, llorar y enojarnos, con la vida, con nosotros mismos y con Dios. Ahora llega el momento de acallar nuestras voces y meditar en silencio, ese silencio en el que Dios habla a los hombres, ese silencio que nos aleja del mundo, ese silencio que experimento Jesús en el desierto.
El ruido no es otra cosa que el mundo con sus tormentos, lamentaciones, desequilibrios, propios de la falta de escucha de Dios. Y en un principio nos dejamos aturdir por esos ruidos mundanos y no escuchamos a Dios, ese que se manifestó en Jesús en el desierto y no se dejo vencer por las tentaciones del diablo.
El hombre se aturde con las complicaciones y busca escapes milagrosos a la realidad que le toca vivir y en ese buscar se va alejando cada ves mas de Dios, como dice el poema Mas por fuera te buscaba pero tu estabas dentro de mi pero yo no lo sabia.
El hombre se llena de interrogantes sin repuestas al dolor, a la enfermedad y a la muerte. y es allí donde busca una salida mas espiritual puede buscar a Dios o correr tras esas soluciones mágicas que distorsionan su mente y sus sentimientos cayendo en un sincretismo peligroso.
Cuando nos encontramos con Dios, muchos creemos que tuvimos un encuentro con el y nos ponemos en camino, mas no fuimos nosotros los que lo encontramos si no El que se dejo encontrar y mas tarde podremos decir que tuvimos un encuentro cara a cara con El, cuando la vida nos pone ante distintas clases de pruebas difíciles de solucionar casi imposibles de digerir, una de ellas es la muerte de un ser querido.
Esto nos lleva a un sin fin de cuestionamientos y enojos, esos ruidos de los que hablábamos al principio, pero llegara un tiempo de silencio en el que debemos escuchar a Dios.
Cuando meditamos, que no es lo mismo que pensar, nos adentramos en lo mas profundo de nuestros sentimientos y buscamos en el que nos paso? Que me llevo a este punto? Y si quiero seguir en el o no?
Allí es donde Dios nos habla y llega a nuestro corazón, cuando nosotros mismos nos retiramos al desierto y dejamos lo secular de lado y nos dejamos guiar por Dios y sus propósitos.
Cual fue el propósito de Dios al llevarse a mi ser querido? Porque el y no otro? porque siempre pensamos que se mueren los hijos de otros y nosotros estamos exentos de ello
Por que pensamos que fue un castigo de Dios? Si Jesús murió en la cruz por nosotros, Dios jamás castiga con el dolor, Dios es un padre amoroso que jamás desearía el sufrimiento para sus hijos.
Debemos ir comprendiendo estos cuestionamientos, debemos rezar estos cuestionamientos, Señor cual es tu proyecto para mi?
Siempre hay un para que, mas que un por que, el por que se agota rápidamente, el para que tiene un abanico de posibilidades que tal ves hoy no las vemos, pero cuando miremos para atrás en el tiempo tal vez lo logremos comprender.
En la escucha silenciosa de Dios podemos reencontrarnos con nosotros mismos y encontrar paz a tantos tormentos, seguir viviendo con mas calma y mas amor, sentir ese abrazo fuerte de Dios, esos mimos que El nos regala día a día, rezar en silencio, hablar con El, nos devolverá la calma a tanta turbulencia vivida.
Poder ver en el otro su sufrimiento nos hace pensar y meditar que no somos los únicos, que hay personas que necesitan de nuestra ayuda y apoyo espiritual y están allí, tan cerca nuestro que aveces no nos damos cuenta de su presencia.
Esta escucha de Dios nos lleva al reencuentro con el prójimo, al reencuentro con nuestros afectos, al encuentro también de aquellas personas que no conocíamos y que muchas veces fueron la causa de nuestro dolor, pero no comprendíamos que esa persona también sufría como nosotros o tal vez más.
En esa escucha de Dios podemos aprender a perdonar para poder perdonarnos a nosotros mismos que muchas veces nos cargamos de culpas innecesarias a causa del dolor, que bello es poder perdonar, que paz trae a nuestros corazones, que ilógico puede parecer esto a la vista del mundo secular, pero que maravilla a los ojos de Dios.
A medida que vamos experimentando esto es cuando tenemos el verdadero encuentro con Dios, cuando recapacitamos todo lo sucedido y recapacitamos en todo lo bueno que esta por suceder, cuando comprendemos cual es el proyecto de vida que Dios tiene para nosotros, cual es el para que, cuando lo ilógico se vuelve lógico, cuando no comprendemos que estamos haciendo pero sabemos que esta bien, cuando le preguntamos a Dios, Señor como puedo yo hacer esto? Y sin embargo lo hacemos aun en contra de nuestros propios nuestros propios sentimientos porque aceptamos su voluntad y no la nuestra.
Miremos a María ante el anuncio del Ángel
¿De qué modo se hará esto, pues no conozco varón? He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Era ilógico, pero María dio el si y dejo todo a la voluntad de Dios, así nosotros también podemos dejarnos en las manos de Dios y dejar todo a su voluntad.
Es en ese punto donde podemos empezar a vivir en paz con nosotros mismos y en paz con el mundo, porque del mundo somos pero muchas veces debemos retirarnos para poder escuchar a Dios y dialogar con El.
Es ese encuentro que nos permitirá el dialogo con El en la oración, en la contemplación y nos permitirá purificar nuestro corazón para seguir en esta vida sin tanto ruido y con mas escucha de Dios que siempre esta con nosotros.
Patricia Eclecia
Tarde te amé
¡Tarde te amé,
hermosura tan antigua y tan nueva,
tarde te amé!
Y ves que tú estabas dentro de mí y yo fuera,
Y por fuera te buscaba;
Y deforme como era,
Me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste.
Tú estabas conmigo mas yo no lo estaba contigo.
Me retenían lejos de ti aquellas cosas
Que, si no estuviesen en ti, no serían.
Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera:
Brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera;
Exhalaste tu perfume y respiré,
Y suspiro por ti;
Gusté de ti, y siento hambre y sed;
Me tocaste y me abrasé en tu paz.
"Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está
inquieto hasta que descanse en ti"
San Agustín

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