La mañana del 25 amaneció con un sol radiante después de la lluvia que nos mojo toda aquella madrugada a todos los que estábamos afuera del hospital esperándote o esperando no se que después de doce días de miedos, de falsas expectativas, de llantos, de risas, de mates y cafés que nos calentaban aquellas largas noches y días que te acompañamos sin saber que te estábamos despidiendo.
La mañana del bicentenario se hacia ver con banderas blancas y celestes como presagiando tu futura morada, El Cielo, ese que se vistió de fiesta para recibir al mas hermoso de sus Ángeles, vos mi hijo amado, el gran amigo de todos los que allí se juntaron, el nieto de aquellos abuelos que hoy siguen desolados y tristes, el hermano mas querido por tus hermanos que no encuentran respuesta a tu partida.
El día amanecía para muchos de fiesta, para nosotros de tristeza contenida porque todavía teníamos esperanzas, una muy pequeña lucecita que se apagaba con el transcurso de las horas, esa lucecita que guió a todas las personas que se hicieron presente a lo largo de las horas que precedieron tu partida.
El ultimo parte medico ese que nadie quiere escuchar sonó en mis oídos como una grito de furia que se había contenido por doce largos días, tu grito hijo, tu grito del silencio porque nunca despertaste, que me decía chau mama, me voy, no me esperes mas, no sigas luchando por mi ya estoy cansado de sufrir, te amo mama y siempre te estaré protegiendo y esperando el día del reencuentro, pero yo me negaba a escucharte y seguí luchando por tu vida, mis brazos no pudieron abrazarte cuando te fuiste, mis manos no pudieron sostener las tuyas en ese momento en el que emprendías tu viaje, no te pude acompañar a tu encuentro con el mas allá, ni siquiera guiarte, no me dejaron estar a tu lado cuando te dormiste para siempre y besar tu frente como cuando te dormías cada noche hijo.
Y la tarde llego y con ella las luces del día se apagaban y tu vida se apago con ellas y mi vida quedo en tinieblas ya nada podía hacer, nada, ni siquiera vivir sentí deseos impetuosos de seguirte pero una fuerza extraña me contuvo y me dolió no poder acompañarte, todo había terminado, todo y cuando me di cuenta allí estaba en un gran salón eligiendo tu cajón, que injusto fue todo, muchas mamas eligen un regalo para sus hijos mientras yo elegía tu cajón y mas tarde buscar entre tus ropas la que mas te gustaba, tu cosplay de willy wonka, tu bastón, tu camisa, no entendía nada de lo que estaba haciendo pero allí estaba en la funeraria dando las indicaciones de cómo debían vestirte, sin mortaja con tu cosplay del chocolatero, un grande no se podía ir con mortaja y fuiste tan groso hijo que partiste el día del bicentenario, dejaste tu marca en este mundo imborrable.
Dos días separaron tu muerte de tu velatorio, interminables a la espera de la morgue de turno decían una cosa y después la desdecían, cuanto dolor mas el solo imaginar lo que le hacían a tu cuerpo me volvía loca a tal punto que perdía el control de mis actos y pagaban mi locura las personas que mas amo, tus hermanos.
Y te despedimos como Dios manda y me sacaron de las sala para soldar tu envoltura final, cada ruido que escuchaba era como si clavaran en mi los clavos de Cristo y el dolor no tenia dimensión ya no te volvería a ver mas, mi Ángel hermoso me quedo tu rostro en el cajón tenias mucha paz, estabas tranquilo ya no sufrías mas y te acompañamos a tu ultima morada, mucha gente al paso te saludo y se me retorcía el corazón no quería llegar al cementerio donde descansarías y sin querer di vuelta mi cara y sentí el ruido de la tapa del nicho al cerrarse y con ella se cerro el primer circulo, el que mas dolió, el que hoy todavía recuerdo y me lastima tanto, pero al dolor hijo hay que darle cause, palabra, salido del cuerpo porque si no se pudre dentro, es por eso que cada aniversario este dolor debe salir de mi y encuentra su cause en mis palabras, en mis manos que te escriben y anhelan acariciarte.
Te amo hijo, descansa en paz mami sigue aquí en el camino, no dejes de alumbrarme sos la estrella que guía a todos los que te amamos.
Edgar Folken, presente siempre entre nosotros
25/5/2010_25/5/2013
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