viernes, 7 de octubre de 2011

Aceptando tu voluntad, Señor


Cuando los caminos de Dios son tan incomprensibles a nuestra mente limitada es cuando debemos abandonarnos a el y dejar toda en sus manos, el  hombre es un ser finito que con la propia lógica no es capaz de entender y razonar las cosas de Dios, solo a partir de la fe gracia divina de Dios a la que aceptamos libremente podremos empezar a correr el velo de su misterios, y mientras mas lo corremos mas nos damos cuenta que no sabemos nada.
En esta entrega total a Dios y a su voluntad va también nuestra confianza plena en el, siempre, que se haga su voluntad y no la nuestra.
En esta voluntad de Dios me encuentro sumergida en esta etapa de mi duelo, incomprensible e ilógica a todo razonamiento humano, pero ya Dios me había empezado a preparar para este momento muchos años atrás de todo lo sucedido y otra ves dejo que se haga su voluntad, como la primera ves que me llamo a su comunidad, como la segunda cuando deje en sus manos la vida de mi hijo y hoy aceptando sus designios tan misteriosos para mi y que se escapan a mi razonamiento.
Allí estaba yo caminando hacia aquel lugar donde se encontraba la persona que estaba involucrada en el accidente de mi hijo el cual le costara la vida, aquella persona que días atrás se presento ante mi sin yo desearlo porque me aterraba su sola presencia, aquel hombre sin rostro hasta ese momento, y en ese momento comprendí muchas cosas, la principal que sufría como yo la muerte de mi hijo.
Y mientras mas me acercaba mas me torturaba mi lógica humana, esa lógica que un día me llevo a cuestionar el “Perdona nuestros pecados como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” imposible perdonar a la persona que causo la muerte de un hijo, ilógico e irracional.
Pero allí estaba frente a mí por segunda vez, ya no con los abogados, si no frente a frente, persona a persona, cara a cara.
Y volví a contemplar aquel rostro dolido y comprensivo, tal vez con miedo, tal vez no.
Y me vi, sentada enfrente a frente, con aquella persona desconocida, pero algo en mi interior me decía que Dios quería que yo la conozca, que yo supiera de sus sentimientos, que ese encuentro no se `podía demorar mas, este era el día en el que Dios izo su voluntad nuevamente sobre la mía y así lo acepte, porque Dios me demostró que en el todo se puede, hasta el mas grande dolor y el perdón.
Conforme comenzamos hablar, todo se fue dando en un ambiente cordial y de respeto el uno para el otro y salieron a flote todos nuestros sentimientos, cuestionamientos y nuestras verdades, me encontré con un ser humano especial, muy distinto a tantas personas que se creen dueñas de la verdad, soberbias y altaneras, el no es así y me lo demostró a cada momento tratando de consolarme y que me sintiera bien.
En mi mente quedo su mirada tan clara y sincera y creo no equivocarme.
A Dios siempre le preguntamos el ¿ por que? de las cosas y no el¿ para que?, que tiene un abanico grande de posibilidades, hoy entiendo mas el para que, aunque todavía no lo encuentro, pero creo sinceramente que a partir de este día Dios nos junto para encontrar ese para que, y el porque es mas simple, para que mi hijo pueda descansar en paz  al ver a su mama superando las barreras de la lógica humana y aceptando los designios de Dios, ese Dios que el ya conoce personalmente y nunca lo abandonara, y desde su cielo junto a Dios y a María siguen dándome fuerzas para seguir luchando en esta vida, dándole un rumbo totalmente distinto al que imaginaba.



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